A veces los nervios terminan por traicionarnos, y caemos a su merced, intentando arruinar nuestras oportunidades. Para evitar exhibirlos ante nuestros potenciales empleadores, acá te mostramos algunos trucos y consejos útiles.
La
preparación. Vístete con ropa que te sienta bien,
que te sea confortable y que resalte tus atributos. En lo posible, trata de que
se trate de una apariencia seria y responsable, claro, pero es imprescindible
que no tengas inconformidad con tu atuendo. Si los tacos que le van bien a esa
prenda te hacen doler, entonces cambia por otras opciones. Si esa camisa te
aprieta mucho el cuello, cambia la camisa. Es importante estar cómodo, prolijo,
bien peinado y con un aspecto cuidado.
La
presentación. Tal y como en un encuentro social, en
una entrevista de trabajo presentarte con una sonrisa es un paso importante
para entrar por la puerta grande. Olvídate de tus problemas y de tus
necesidades y urgencias por un momento, y concéntrate en lo que te haga feliz.
Luego, entrá a la entrevista, y preséntate con una sonrisa y con un apretón de
manos firme y certero. Debemos intentar presentarnos confiados, pero si
verdaderamente no te sientes así, esta tarea te va a ser casi imposible. Es
mejor, entonces, presentarnos contentos.
La
disposición. Debemos mostrarle al entrevistador que
tenemos entusiasmo por estar allí, y que queremos ser parte de la organización,
aunque sin mostrarnos desesperados. Siéntate en una posición erguida aunque
cómoda, relaja las manos y los pies para evitar mostrar nervios, y mantén
contacto visual, aunque con pequeños cortes aquí y allá para no mostrarte
demasiado agresivo. Si tienes nervios y te tiemblan las manos, procura cruzar
los dedos y reposarlas sobre tu falda. No te lleves las manos al bolsillo, en
cambio intenta quizás tomar una lapicera o un objeto durante un momento breve
(muévela de lugar, por ejemplo) para tranquilizar los nervios.
El
comportamiento. Ningún exceso es bueno. No te
muestres demasiado serio ni demasiado confiado, sino intenta mantenerte en una
zona segura para evitar exhibir tus nervios. No grites ni alces la voz, y si te
ríes que sea con una risa agraciada, y no con una carcajada.